Ni un abrazo te di. Ni un abrazo. Fue un golpe corto y contundente.
A veces puedo ser así de expeditiva. Así de valiente. Así de cruel.
Esa gota de mar rodando por tu mejilla y ese silencio tan tuyo siguen siendo mi último recuerdo: mi compañía. Aunque entienda, aunque sepa que nunca más vendrás a buscarme, porque sabes que soy tuya, pero sabes también que no sos de nadie.