domingo, 11 de octubre de 2009

En sinfonía con el cielo


Llovió. Lloró, y la humedad llegó otra vez hasta las sábanas recién cambiadas.

Un ataque a traición, un manotazo inexplicablemente certero al centro mismo del deseo, de ese lugar donde todo es un aguacero donde las palabras se ahogan y se confunden y no encuentran asidero. Un lugar oscuro, iluminado sólo por el anuncio del trueno que hace que todo tiemble como tiembla todo el cuerpo.
Llovió y lloró y todo de inundó de voz en medio de la noche, pero no sobrevivió ni una palabra. Ni una sola.