Vuelvo a su boca, no a su pensamiento. Vuelvo a sus manos, no a su verborragia. Vuelvo a su aliento, no a su mirada inquisidora. Vuelvo a hacerme piel de su silencio y a caminar descalza entre el sueño y el desvelo. Vuelvo transformada en pequeños latidos, en mínimos gestos. Voy volviendo de a poco.
A veces me detengo. Me acomodo la falda, me miro un poco al espejo y sí, estoy bastante despeinada. Pero bueno, vengo de lejos; soy su Palabra.