sábado, 24 de octubre de 2009

Las palabras de mi Madre


En una noche como esta, de un calor insoportable, viajando bajo las estrellas hacia el mismo sito a donde me dirijo, después de haberla visto por primera vez de cerca y sin saber si era posible haberme enamorado así, en una sola secuencia, tan vertiginosamente, tan sin darme cuenta, le pregunté a mi madre, que viajaba a mi lado, lo que pensaba de semejante estado de inquietud en el que me hallaba, ya que no conseguía desprenderme del reflejo de rostro, del eco de sus palabras, de su risa de dientes inmaculádamente blancos, de su piel morena brillando bajo el reflejo de las tenues luces de aquel desolado andén por donde jamás pasaría el tren de regreso.

Mi madre, que es una mujer sabia, pero más que nada, ha sido una mujer enamorada, sin mirarme siquiera, en la oscuridad del micro me dijo en un susurro: llegó. Es ella.




miércoles, 21 de octubre de 2009

Sed


Un montón de corazoncitos apilados sobre gradas, acomodados detrás de vitrinas esperando a ser rescatados por algún cuerpecito que busque el que le guste, el que le quede justito.

Una parva de piececitos de colores zigzagueando veredas en distintas direcciones, con una habilidad tremenda para no pisarse, para no rasparse, para evitar encontrarse de punta sobre alguna baldosa.

Y entre tantos cuerpos el aliento del tiempo llevando y trayendo historias de camisas planchadas, de sábanas abandonadas, del futuro que ve el que sueña y del sueño que perdió el que apuesta.

Y entre tantos cuerpos la ternura ajada, maltrecha, atravesada por la suerte que a cada uno le toca.

Y entre tantos cuerpos la distancia, la sombra.

Entre tantos cuerpos van algunos corazones asaltando la noche en busca de bocas dulces, como marinos sedientos, para calmar su sed eterna.

lunes, 12 de octubre de 2009

Lo de Más


Lo de menos son todos los secretos que intuyo, huelo, toco y siempre te respeto.

Lo de menos es que jamás me sobres, que tu amor me enriquezca haciéndome más pobre.
Lo de menos es que tus sentimientos no marchen en horario con mi renacimiento.
Lo de menos es larga soledad, lo de menos es cuánto corazón.

Lo que menos importa es mi razón, lo de menos incluso es tu jamás,
mientras cante mi amor intentando atrapar
las palabras que digan lo de más.

Pajarillo, delfín de mis dos rosas, espántame los golpes y no las mariposas.
Ejercita tu danza en mi cintura, aroma incomparable, oh pan de mi locura.
Con tus ojos tus labios y tus manos haré una nueva infancia al borde del océano.
desde el mar te lo cuento en soledad, desde el mar te lo lanza un corazón.

Lo que menos importa es mi razón, lo de menos incluso es tu jamás
mientras cante mi amor intentando atrapar
las palabras que digan lo de más.

domingo, 11 de octubre de 2009

En sinfonía con el cielo


Llovió. Lloró, y la humedad llegó otra vez hasta las sábanas recién cambiadas.

Un ataque a traición, un manotazo inexplicablemente certero al centro mismo del deseo, de ese lugar donde todo es un aguacero donde las palabras se ahogan y se confunden y no encuentran asidero. Un lugar oscuro, iluminado sólo por el anuncio del trueno que hace que todo tiemble como tiembla todo el cuerpo.
Llovió y lloró y todo de inundó de voz en medio de la noche, pero no sobrevivió ni una palabra. Ni una sola.




jueves, 8 de octubre de 2009

Remedio


La tristeza es una rara compañera... uno no sabe bien de qué manera se coló entre los días pero de pronto llega un momento en que simplemente se instala. Y se levanta y se acuesta sistemáticamente a nuestro lado, bien compuesta cada día, hecha un bollito entre los pliegues del pijama o maquillada a la luz de la mañana.

Pero no duerme, no descansa.

Y parecería que nos conoce desde siempre por la forma en que nos cuida y nos abraza.

Y yo creo que si uno no se resiste, y se anima a andar todo el tiempo necesario de su mano, el dolor se hace más dulce, el deseo más humano y ella misma de convierte en la que nos va sanando.


sábado, 3 de octubre de 2009

La dicotomía de la muerte


La idea de la muerte siempre lo altera todo. Aunque uno crea que no le teme. Aunque sea la muerte de los otros. Porque con ella siempre se muere un poco uno, algo de lo que uno fue. Porque ella nos recuerda que seguimos estando aquí y tenemos cosas que hacer. Y si nos da tiempo a verla venir tan segura, tan irreductible, nos vuelve pequeños, desvalidos, indefensos.
Lo que la muerte nunca podrá comprender es cómo entre tanta negrura nosotros logramos siempre rescatar el amor y abrazarnos.