martes, 3 de noviembre de 2009

Seis minutos


Asomo mi cabeza a duras penas, estirando el cuello con gran esfuerzo. La fantasía del ahogo vuelve a repetirse y ese sueño recurrente que no me deja en paz. Ella me abraza, como si me conociera de siempre y me alcanza una taza de té que yo agradezco y bebo lentamente de a sorbitos, mientras me caliento las manos, siempre heladas, contra la porcelana.

Desde afuera llegan voces de hombres cansados y el graznido de un pavo real llamando a su hembra con un intervalo de seis minutos. Los conté.
Mi corazón palpita lentamente. Es temprano en la tarde y aún no despierto.