En sinfonía con el cielo
Llovió. Lloró, y la humedad llegó otra vez hasta las sábanas recién cambiadas.
Un ataque a traición, un manotazo inexplicablemente certero al centro mismo del deseo, de ese lugar donde todo es un aguacero donde las palabras se ahogan y se confunden y no encuentran asidero. Un lugar oscuro, iluminado sólo por el anuncio del trueno que hace que todo tiemble como tiembla todo el cuerpo.
Llovió y lloró y todo de inundó de voz en medio de la noche, pero no sobrevivió ni una palabra. Ni una sola.
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