jueves, 8 de octubre de 2009

Remedio


La tristeza es una rara compañera... uno no sabe bien de qué manera se coló entre los días pero de pronto llega un momento en que simplemente se instala. Y se levanta y se acuesta sistemáticamente a nuestro lado, bien compuesta cada día, hecha un bollito entre los pliegues del pijama o maquillada a la luz de la mañana.

Pero no duerme, no descansa.

Y parecería que nos conoce desde siempre por la forma en que nos cuida y nos abraza.

Y yo creo que si uno no se resiste, y se anima a andar todo el tiempo necesario de su mano, el dolor se hace más dulce, el deseo más humano y ella misma de convierte en la que nos va sanando.


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