Las palabras son muy generosas. Siempre están ahí, dispuestas a arriesgar el honor y la vida por nosotr@s. Y nosotr@s, que aún somos torpes y ansiosos, echamos mano de ellas cual si fueran crema humectante, de a montones, indiscriminadamente y sin tener muy claro de qué están compuestas.
Casi nunca nos hacemos cargo de la significación, del alcance y la profundidad del lenguaje. No hay mucha gente que lo respete como es debido. No nos detenemos a reflexionar antes de emitir. Si así fuera, nos daríamos cuenta del tremendo exceso que cometemos y en cambio, accionaríamos más puesto que la sola enunciación no hace a la cosa.
Sin embargo, nos gana la vanidad; hacemos abuso de ellas, y proclamamos frases demasiado lejanas a nuestras posibilidades de significarlas. Sin embargo, nos encanta "escucharnos" y regodearnos en la sonoridad y la fantasía que ellas dibujan en el aire.
En criollo: mucho ruido y pocas nueces.
Ya sé que suena a divague, a sutileza... pero yo misma estoy "ahorrando" palabras... KienKieraoirKeoiga.
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